Al único teléfono del barrio
lo custodiaba Margarita,
en la estafeta postal.
Sus mofletes curtidos brillaban
con el sol de las tardes de octubre,
ah, look at all the lonely people,
rubia pulpera sin pulpería.
Un Sagrado Corazón
con tintas de oro y carmesí,
asomaba tras la cortina de su comedor,
espiaba mate en mano quién
y cómo usaba el aparato,
cada minuto de sus interminables horas,
y con su radio de Mañanitas Camperas
despertaba las calles somnolientas.
Margarita saludaba ¡chau querido!
a los chiquilines en guardapolvos
y les miraba a los hombres
la entrepierna, para distraer su soledad.
Vos sabés que yo creo que la conocí?!. Me acuerdo cuando era niño y camino a la escuela, una "vieja" siempre me decía chau querido. Que lo parió, seguramente era la famosa Margarita que ya ni debe ser Margot!!!.
ResponderBorrarMuy bueno Carlos.
Sr Carlos: no será la Margarita amada por el compañero Rodolfo de la Escuela de Nadie? Tiene un aire... no sé. Mejor ni le cuento.
ResponderBorrarSalú
martín