Ni de un plumazo
bárbaro
Ni de un escopetazo
civilizatorio.
Un crimen, un decreto
sumario,
no acaban, no resuelven
sempre e per sempre
la nausea, el odio,
los fines y pasajes
al olvido,
deseos absolutos.
Sobre el vacío, la
nada,
hay señales.
Aquello que en el
mundo
en un tiempo muere,
reaparece
multiplicado en otro.
Hay señales:
lucen como nuevas
promesas y acechanzas.
Simientes perseveran
en las cenizas de lo muerto.
Aguarda una memoria
en las semillas,
los cuerpos hieden y
en su putrefacción
el trance sigue.
En la piel de los
sobrevivientes,
en el fruto de altos
deseos consumados,
en la sangre de los
prematuros,
bajo los viejos muros
descascarados,
en los árboles que refugiaron
amantes
y siguen
floreciendo,
bajo la tierra o el
mar,
hay señales.
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