Ahora que llegamos
a la orilla de la bonanza
y recuperamos aliento,
recuerda
esas piedras oscuras
en el lecho del río
donde nos apoyamos
para no ser arrastrados por la corriente.
Recuerda,
tuvieron nombres propios
esos mojones mudos.
En una travesía para el olvido
ofrecieron
un pequeño sostén
desde el fondo
del agua.
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